Bueno, gente... me gustaría compartir con vosotros algo que me ha pasado hoy.
Sé que estoy pecando de imprudente, que me he tirado muy pronto a la piscina sin saber si estaba llena, pero ya no hay vuelta atrás y... ¡¡A lo hecho, pecho!!!! Y mira que hoy, de camino al trabajo, llevaba miles de inseguridades y miedos.
Pero hubo un momento antes de entrar que dije: "NO, no lo haré".
Lo ví claro: "Está decidido, no lo voy a hacer. Voy a ser más prudente, me dejo de impulsos. No diré adiós aún, no hasta que no vea cómo anda la bolsa en enero".
Pero al llegar al trabajo, abrí la puerta insegura, como siempre que sé que detrás habrá una mala sorpresa. Y ahí estaba él, son ese semblante de asco permanente, de ira contenida, de juez de los infiernos...
Hoy, a un día de unas vacaciones ansiadas, el maligno me suelta una perlita de las suyas:
"Quiero que arregles este problema antes de que te vayas de vacaciones"
No me ha importado, me he pasado la tarde pensando en el momento de la esperada llamada y más o menos se ha hecho la tarde. Pero, cerca de las diez de la noche, cansada, agotada de ordenar y organizar... a punto de coger mis cosas y salir pitando con la esperanza de ver a mis hijos despiertos; lo oigo hablar con su mujer. No soy de oir conversaciones ajenas, pero hoy lo he hecho, porque hablaba de mí. El cerdo, riendo, le dice a su señora con desdén, chulería y desvergüenza que ya que hoy me iba de vacaciones ha aprovechado para "dejarme un regalito"
La sangre me hervía, los ojos se me salían de las órbitas y quise respirar y contar hasta tres, y lo hice. Me di la vuelta, volví sobre mis pasos, entré en el almacén donde me había pasado toda la tarde, observé aquel lugar detenidamente, consciente de que nunca volvería a él, quise guardarlo en mi retina. Y me di cuenta de que no estaba lo sufientemente ordenado. Pensé que los documentos del cajón blanco irían mejor con las facturas del negro; me di cuenta de que la estantería no estaba lo sufientemente organizada; la numeración de las cajas no estaban bien y me paré un momento a dejarlo todo PERFECTO. Al fin y al cabo, había pasado la tarde disfrutando allí del regalito de mi jefe. Ese honor bien merecía recalcar bien el trabajo. Le he dejado el almacén GUAPO!! Todo organizadito, tal y como a mí me gusta.
Al salir, me he pasado por el despacho en el que el maligno pasa largas horas jugando al parchís en internet. He llamado a la puerta, la he abierto, le he sonreido y le he dicho socarrona: "Ya tiene el problema resuelto, yo también le he dejado un regalito a la altura del que usted me tenía preparado. Muack... GGGGUAPO!!!"

Rondo la posición 150 en la general, espero por favor que me llamen, porque hoy le he dicho a mi jefe ADIÓS.