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Parcheados hasta el final
Lo logrado en Bruselas por la entente francohispanoitaliana dará un respiro a los mercados, hará subir la bolsa y rebajará la presión sobre la deuda. Pero luego todo volverá a ser como antes. La semana que viene, el próximo mes o la próxima depresión dentro de 10 ó 15 años. Porque aunque nuestro país necesita urgentemente liquidez la causa no es otra que la organización del país mismo. La inyección que recibirán nuestros bancos y la que recibirá el gobierno en forma de estímulos es una muy buena noticia a corto plazo, pero es -como alguien ha dicho-, como aplicar paracetamol a un enfermo de cáncer. España tiene un problema mucho más profundo y grave y la prima de riesgo desbocada no es el problema en sí mismo sino un síntoma más. Últimamente hemos escuchado del partido en el poder que ‘no basta con bajar sueldos sino que hay que reducir el numero de empleados públicos’. Espero que con empleados públicos se refieran al ejercito de políticos que chupan de bote como una plaga de termitas, y que el foco no este puesto en médicos, profesores, enfermeras, inspectores de hacienda o militares. Porque lo que aquí sobran son políticos. Lástima que el presidente más poderoso de la etapa democrática nos haya salido también el más cobarde, porque este presidente lo tiene todo para atacar el cáncer de las mil y una administraciones públicas y sin embargo actúa como su débil predecesor, poniendo tiritas sobre las heridas superficiales y recortando de donde es fácil recortar. Mientras mantengamos miles de políticos en miles de ayuntamientos, en las provincias, consejos, cabildos y la aberración de las comunidades autónomas, nunca me creeré que del único sitio del que se puede recortar es de la sanidad o la educación. Mientras mantengamos con nuestro sudor y trabajo parafernalias como la federación de municipios y provincias, las teles públicas y las embajadas de las regiones no me creeré que no hay más remedio que subir los impuestos, que es necesario un último esfuerzo. Y los arriolas saben muy, muy, muy bien lo que pasa cuando el votante no se cree al votado.
Con parches saldremos, pero que dios nos pille confesados cuando las cosas vuelvan a venir torcidas. Lo mismo para entonces nos toca un presidente valiente.
