Quién va a confiar en los enseñantes si la propia casa pone en tela de juicio nuestra competencia, que no es precisamente básica, y el presupuesto sentido del deber. A sus ojos, somos los presuntos y únicos culpables de la deficitaria situación académica por la que atraviesa España, más concretamente Andalucía. Pues bien, los profesionales de la enseñanza ya empezamos a estar hasta las partes pudendas de tanta acusación y desconfianza, persecución y descrédito social.
Ahogados en normativas y leyes quiméricas, pasaron por alto que el proceso de aprendizaje cuenta con cuatro pilares principales, a saber: El sistema educativo (ineficaz y generador de mediocridad, empeñado en homogeneizar las capacidades individuales... ), los padres (en dejación de funciones en tanto que auténticos educadores de sus hijos, delegando tal función en el profesorado, que por tener que educar no puede enseñar, y así lucen luego los resultados y las taradas estadísticas... ), el profesor( asfixiado en papeles inútiles y firmas por triplicado mermadores de la energía destinada a la transmisión del conocimiento... ), y el más importante de todos, el propio individuo destinatario de unos contenidos, no siempre adecuados, sin cuya voluntad, por las innumerables razones que cargan a sus espaldas, no se puede hacer nada desde nuestras posiciones cuando no se dispone de una experta dotación de recursos humanos, que no materiales, que nos ayuden a sacar a los niños adelante, como sería el caso de psicólogos clínicos, trabajadores y educadores sociales, destinados a su salud emocional. Participan igualmente en el proceso las amistades, a veces peligrosas, los estímulos tecnológicos distractores y secuestradores de la atención juvenil y los lamentables modelos sociales diferidos por televisión, a la que se debería de someter a un control de calidad garante de la integridad de los receptores, miembros en definitiva de una sociedad, cada vez más podrida e infecta, poblada de sinvergüenzas, ladrones y otros políticos. La administración educativa, para camuflar la imagen dada a nuestros vecinos europeos nos propone la redacción de informes a todo aquel que suspenda o apruebe demasiado ¡Maldita campana de Gauss! Propuestas de mejora solo a nosotros ¿Y los padres? ¿Y los hijos? ¿Y el sistema? No somos ni santones milagrosos ni magos de chistera, aunque de serlo haríamos desaparecer tanta logse, loce, loe, lomce y lea… ¡Eso, que lea el niño, que lea!
Anate Rivera
Publicado en VIVA CHICLANA, el 15 de marzo de 2013.