Un buen maestro
Date: Thu, 16 Feb 2012 19:05:13 +0000
Es interesante este artículo, por fín alguien habla BIEN de los maestros. Aquí os dejo el artículo.
> > La educación, dignificando la profesión> >> >
> >
> > Carles Capdevila, Periodista
> >
> >
> > Educar debe de ser una cosa parecida a espabilar a los niños y frenar a los
> adolescentes. Justo lo contrario de lo que hacemos: no es extraño ver niños
> de cuatro años con cochecito y chupete hablando por el móvil, ni tampoco lo
> es ver algunos de catorce sin hora de volver a casa. Lo hemos llamado
> sobreprotección, pero es la desprotección más absoluta: el niño llega al
> insti sin haber ido a comprar una triste barra de pan, justo cuando un amigo
> ya se ha pasado a la coca.
> >
> > Sorprende que haya tanta literatura médica y psicopedagógica para afrontar
> el embarazo, el parto y el primer año de vida, y que exista un vacío que
> llega hasta los libros de socorro para padres de adolescentes, esos que
> lucen títulos tan sugerentes como Mi hijo me pega o Mi hijo se droga . Los
> niños de entre dos y doce años no tienen quien les escriba. Desde que
> abandonan el pañal (¡ya era hora!) hasta que llegan las compresas (y que
> duren), desde que los desenganchas del chupete hasta que te hueles que se
> han enganchado al tabaco, los padres hacemos una cosa fantástica:
> descansamos. Reponemos fuerzas del estrés de haberlos parido y enseñado a
> andar y nos desentendemos hasta que toca irlos a buscar de madrugada a la
> disco. Ahora que al fin volvemos a poder dormir, y hasta que el miedo al
> accidente de moto nos vuelva a desvelar, hacemos una siesta educativa de
> diez o doce años .
> >
> > Alguien se estremecerá pensando que este período es precisamente el momento
> clave para educarlos. Tranquilo, que por algo los llevamos a la escuela. Y
> si llegan inmaduros a primero de ESO que nadie sufra, allá los esperan los
> colegas de bachillerato que nos los sobreespabilarán en un curso y medio,
> máximo dos. Al modelo de padres que sobreprotege a los pequeños y abandona
> los adolescentes nadie los podrá acusar de haber fracasado educando a sus
> hijos. No lo han intentado siquiera. Los maestros hacen algo más que huelga
> o vacaciones, y la educación es bastante más que un problema. Pido perdón
> tres veces: por colocar en un título tres palabras tan cursis y pasadas de
> moda, por haberlo hecho para hablar de los maestros, y, sobre todo sobre
> todo, porque mi idea es -lo siento mucho- hablar bien de ellos. Sé que mi
> doble condición de padre y periodista, tan radical que sus siglas son PP, me
> invita a criticarlos por hacer demasiadas vacaciones (como padre) y me
> sugiere que hable de temas importantes, como la ley de educación (es lo
> mínimo que se le pide a un periodista esta semana). Pero estoy harto de que
> la palabra más utilizada junto a escuela sea 'fracaso' y delante de
> educación acostumbre a aparecer siempre el concepto 'problema', y que
> 'maestro' suela compartir titular con 'huelga'. La escuela hace algo más que
> fracasar, los maestros hacen algo más que hacer huelga (y vacaciones) y la
> educación es bastante más que un problema. De hecho es la única solución,
> pero esto nos lo tenemos muy callado, por si acaso.
> >
> > Mi proceso, íntimo y personal, ha sido el siguiente: empecé siendo padre, a
> partir de mis hijos aprendí a querer el hecho educativo, el trabajo de
> criarlos, de encarrilarlos, y, mira por donde, ahora aprecio a los maestros,
> mis cómplices. ¿Cómo no he de querer a una gente que se dedica a educar a
> mis hijos? Por esto me duele que se hable mal por sistema de mis queridos
> maestros, que no son todos los que cobran por hacerlo, claro está, sino los
> que son, los que suman a la profesión las tres palabras del título, los que
> mientras muchos padres se los imaginan en una playa de Hawai están
> encerrados en alguna escuela de verano, haciendo formación, buscando
> herramientas nuevas, métodos más adecuados. Os deseo que aprovechéis estos
> días para rearmaros moralmente. Porque hace falta mucha moral para ser
> maestro. Moral en el sentido de los valores y moral para afrontar el día a
> día sin sentir el aprecio y la confianza imprescindibles. Ni los de la
> sociedad en general, ni los de los padres que os transferimos las criaturas
> pero no la autoridad. ¿Os imagináis un país que dejara su material más
> sensible, las criaturas, en sus años más importantes, de los cero a los
> dieciséis, y con la misión más decisiva, formarlos, en manos de unas
> personas en quienes no confía?
> >
> > Las leyes pasan, y las pizarras dejan de ensuciarnos los dedos de tiza para
> convertirse en digitales. Pero la fuerza y la influencia de un buen maestro
> siempre marcará la diferencia: el que es capaz de colgar la mochila de un
> desaliento justificado junto a las mochilas de los alumnos y, ya liberado de
> peso, asume de buen humor que no será recordado por lo que le toca enseñar,
> sino por lo que aprenderán de él.
> >
> > REENVIALO A TODOS LOS DOCENTES QUE CONOZCAS