Sólo los usuarios registrados pueden ver los Links.
Register or
Loginhttp://www.diariodesevilla.es/article/opinion/1325047/formando/tiranos.html
HACE unos días, un padre desesperado llamó a la radio para pedir al presidente de un equipo de fútbol que expulsase a su hijo del estadio, en donde la criatura ejercía habitualmente de energúmeno, porque él se veía incapaz de meterlo en vereda. Por desgracia, esas situaciones van siendo cada día más frecuentes en nuestro país y especialmente en Andalucía: padres tiranizados por unos hijos refractarios a cualquier esfuerzo y acostumbrados a conseguir hasta sus más ínfimos caprichos mediante la coacción y la violencia. ¿A qué podrá deberse ese fenómeno?
¿Tendrá algo que ver con una ley del menor que impide darle una colleja a tu hijo cuando se agarra una rabieta por no ver satisfechos de inmediato sus caprichos? ¿Tendrá tal vez algo que ver con un sistema de enseñanza del que se eliminaron hace veinte años la autoridad del profesor, la disciplina y el esfuerzo? ¿Tendrá algo que ver con eso que llaman pedagogía progresista? Yo diría que sí, que es evidente la relación causa efecto entre los muchos disparates que se han elevado a rango de ley durante los últimos veinte años y estas bochornosas situaciones. La tiranía de los ninis ha sido propiciada por el discurso de unos pedagogos ignorantes, borrachos de ideología y ayunos de sensatez y conocimiento, cuyos dislates han sido asumidos como verdades irrefutables por la sociedad de la forma más irracional y acrítica. Y no es casualidad que Andalucía dé muestras de estar también a la cabeza del país en estos comportamientos aberrantes, pues sus sucesivos consejeros y consejeras de Educación, tan progresistas ellos, no han cesado de dar muestras del máximo integrismo pedagógico. Así, a los pésimos resultados académicos, constatables desde hace muchos años en múltiples informes nacionales e internacionales, les sigue ahora el bestial comportamiento de unos jóvenes a los que los pedagogos progresistas dijeron que iban a formar en valores.
Estamos sufriendo la explosión de lo que ya algunos han llamado la "burbuja pedagógica". Pero lo más grave es que los lunáticos directamente responsables de la creación de esa burbuja ostentan cargos de máxima responsabilidad en nuestro sistema de enseñanza; han colonizado el sistema hasta controlar todos sus resortes de poder, como buenos sectarios que son, y no están dispuestos a reconocer las socialmente funestas consecuencias de sus majaderas teorías y mucho menos a dimitir. Una buena muestra de que esto es así son las llamadas comunidades de aprendizaje, último invento pedagógico que la Consejería pretende ahora fomentar en los colegios e institutos mediante su Orden de 8 de junio de 2012. En esas ultraprogresistas comunidades, todas las normas vigentes en el centro de enseñanza y todos los contenidos a estudiar se deciden por votación a mano alzada de todos los integrantes de la comunidad educativa: alumnos, profesores y padres, al margen de la legislación vigente. Como es poco probable que la mayoría de los padres tengan tiempo o ganas para asistir a tales asambleas, resulta evidente que los alumnos serán abrumadora mayoría y decidirán qué normas imperan y lo que se estudia y lo que no. ¿Se imaginan ustedes a niños de seis o siete años decidiendo el currículum, o a adolescentes acostumbrados a salirse con la suya mediante la coacción elaborando las normas de comportamiento en una institución que pagamos todos? Naturalmente, según los promotores de la aberración, su finalidad es nada menos que "conseguir el éxito de todos y todas", pero el más somero análisis nos muestra que sus efectos reales no pueden ser otros que el definitivo sometimiento de los profesores a la dictadura del número y a los caprichos de los ignorantes. Y la primera y principal consecuencia de ese sometimiento es la imposibilidad de enseñar, la imposibilidad de que alguien aprenda algo que le permita alcanzar la autonomía vital y económica.
¿A quién beneficia semejante disparate? ¿Por qué lo promociona la Junta? A mi entender, sólo puede beneficiar a quienes dependen del mantenimiento de esa administración paralela de enchufados que ha creado la Junta para perpetuarse en sus cargos. Una administración de enchufados que no es en absoluto ajena al escándalo de los ERE. Producir ninis tiránicos con cargo al presupuesto público impide que los futuros ciudadanos con derecho legal al voto dispongan de las herramientas conceptuales necesarias para poner en solfa los abusos de la clase política. Mediante el falso debate escolar entre menores carentes de la menor capacidad de argumentación, y por ello fácilmente manipulables, se evita la formación intelectual de los supuestos beneficiarios de tan progresista demagogia.
Y, por cierto, si van a ser los niños y los adolescentes quienes diseñen el currículum y organicen la convivencia, ¿por qué hemos de seguir pagando a toda esa tropa de catedráticos de Organización Escolar que medran en las facultades de Ciencias de la Educación, que, precisamente, son los padres del engendro?