¿Y no será que eso es lo que quieren que asumamos: que la responsabilidad primera del fracaso de los alumnos es de ellos -de los alumnos, precisamente- y de su falta de implicación, esfuerzo e interés, por ejemplo; que por eso obviamos que se parchea el final del recorrido sin plantearse un mínimo de implicación en el inicio; que distraen ojos y mentes de los verdaderos motivos del fracaso de la Educación y, de esta manera, matan otro pájaro del mismo tiro. Es eso?
¿Los mantenemos sentados un año más repitiéndoles lo “ignorantes” que son y que “su” fracaso es fruto de su actuación? Pues me niego a entrar en ese juego. Y repetiré que es tendencioso y tramposo.
Sería tan sencillo… Prevenir, analizar, intervenir. El beneficio: para los verdaderos dueños: los alumnos. La responsabilidad: para quien deba asumirla. Lo punitivo: para casos que realmente lo requieran y después de tocar todos los palos de la baraja
¿Veríamos lícito, humano, loable, DIGNO, que a un enfermo diagnosticado –muy a tiempo, esto es, al inicio de la enfermedad- se le negara tratamiento argumentando que no está lo suficientemente desarrollado o que se intervendrá más adelante –eso sí, bajo observación- si es considerado lo suficientemente adecuado? ¿Curará su
dolencia alargar la estancia en un hospital sin ningún tipo de tratamiento que erradique su mal? ¿Responsabilizamos al enfermo de
algo?
Pues lo mismito en Educación. ¿No resulta de lo más lógico?
Feliz descanso y mejores fiestas.