Mañana hará una semana que nos dejó D. Adolfo Suárez.
Y lo hizo tras mucho tiempo de silencio y de dolor sordo vivido en una soledad sólo rota por el cariño y la dedicación de sus hijos.
Con él se va una España, la de la ILUSIÓN, la HONRADEZ y la GENEROSIDAD, que me marcó desde que le veía y oía sus discursos (inolvidable e incomparable su oratoria) siendo un niño junto a los episodios de Marco y Mazinger Z.
Descanse en paz nuestro último caballero andante que, con el tiempo, ha madurado a la figura de Coloso inmortal.
P.D: No sé si será impresión mía, pero la imagen del Rey (a su lado) va quedando más y más empequeñecida.