Desde pequeñitas, las niñas visten de rosa, mientras que los nenes visten de azul.
Pero, alguna vez se ha preguntado, ¿quien decidió que esto fuera así?
En realidad, no es posible apuntar a una sola persona, ni siquiera a un solo evento como causante de esta práctica, pues más bien, el origen de esta costumbre se debe a una variedad de factores.
Para empezar, cabe mencionar que, por lo menos dentro de la cultura occidental, el color en la vestimenta de los bebés es algo relativamente nuevo.
No fue sino hasta la década de los 20 que los padres comenzaron a vestir a sus hijos con ropas de color pues anteriormente, la costumbre era vestir a niños y niñas por igual de color blanco.
Es más, no sólo vestían del mismo color, sino que tanto niñas y niños utilizaban un solo tipo de prenda para vestir— un vestido, pues en aquella época, no se acostumbraba vestir a los niños con pantaloncitos, de tal manera que era muy difícil distinguir, a primera vista, a un niño de una niña.
No se sabe con certeza, pero se cree que debido a esto, se pensó en la manera de diferenciar a los hombrecitos de las mujercitas, y de ahí surgió la idea de hacerlo a través del color.
La asignación de colores ocurrió a principios de los años 20, aunque, sorpresivamente contrario a lo que ocurre hoy, el color rosado se designó para los niños, y el azul para las niñas.
Una edición de Ladies Home Journal, una revista estadounidense para damas, publicó en junio de 1918 que "la regla aceptada es que el rosado es para los niños y el azul es para las niñas. La razón es que el rosado es un color mas fuerte y decidido, lo cual lo hace más apropiado para un niño, mientras que el azul, el cual es un color más delicado, le queda mejor a una niña".
La similitud del color rosado con el rojo, color asociado con el poder, la intensidad y la fortaleza, era otra de las razones por las cuales se utilizaba el rosa para los niños. Por otro lado, el azul celeste se pensaba era ideal para las niñas pues este color se asocia, desde siempre, con la Virgen María.
Es así como a principios del siglo **, era común ver a las niñas vestir de azul, y a los varoncitos vestidos de rosa, algo que para muchos, hoy sería impensable.
Sin embargo, la relación del color azul con las niñas y el rosado con los niños, no perteneció únicamente a Occidente. En Oriente, por muchos años, existió una práctica similar.
En la antigüedad, se acostumbraba vestir a las niñas con prendas de color azul en aquella región, y a los niños con ropas de color rosado. Curiosamente, la razón tenía que ver con el hecho de que, durante un tiempo, existía una alta tasa de mortalidad infantil y extrañamente, los niños varones eran los más afectados.
Siguiendo una creencia popular, los padres veían la muerte de sus hijos como un castigo de su dios. Ellos pensaban que éste buscaba a los bebés varones, identificándolos por el color de sus ropas, y les quitaba la vida para castigar a sus padres por los pecados y ofensas cometidas. Al vestir a los niños de rosa y a las niñas de azul, pensaban, podían esconder la identidad de sus bebés, y así evitar que más varoncitos murieran.
Durante la edad Media, cuenta la leyenda, los caballeros de las Cruzadas observaron esta costumbre oriental y al regresar a Europa, la trajeron consigo, y los demás la adoptaron de inmediato. De cualquier modo, la regla en Europa era así: los niños vestían de rosa y las niñas de azul.
Por alguna razón, al llegar la década de los 40, los colores fueron intercambiados y desde entonces, se utilizan de la manera en la que los utilizamos el día de hoy.
En fin, nadie sabe realmente por qué, pero lo cierto es que de cualquier forma, con azul o con rosita, tanto los niños como las niñas lucen sencillamente adorables
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