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Título: (DESESPERADO!) NECESITO CONSEJO. MALA PRIMERA EXPERIENCIA EN LA EDUCACIÓN.
Publicado por: MaestroSociólogo en 24/Nov/2017~01:16
Hola a todo/as!!

Soy nuevo en el foro. Soy titulado en Magisterio en Educación Primaria y en Sociología. Me he animado a escribir porque acabo de incorporarme al mundo laboral en el ámbito educativo y estoy experimentando ciertas cosas que, francamente, a veces creo que me superan. Y ya no sé bien si el problema lo tengo yo o lo tiene el principal foco de todas mis angustias: mi jefa.
Intentaré ser lo más breve posible para no aburrir e intentar animar a quien me lea a escribir y aportar su visión sobre mi situación. Cualquier consejo, orientación, perspectiva diferente desde la que ver las cosas será más que bienvenida.

Pues bien, les pongo en situación. Desde verano trabajo en una academia de primaria que organiza también campamentos urbanos de verano con niños y talleres de expresión artística, cuentacuentos, etc. El centro resulta bastante acogedor, y cuando conoces a su directora/coordinara y te familiarizas con su ideario pedagógico y filosofía crees realmente haber encontrado el lugar de trabajo de tus sueños, aunque las condiciones laborales quede claro desde el primer momento que no son las mejores. Pero piensas que te vas desenvolver en un lugar abierto, donde puedes trabajar con cuentos enfocados a la educación de género o desarrollar la creatividad de los niños en el sentido más amplio del término.

Para concretar más, tengo un contrato de obra y servicio de profesor adjunto y el trabajo se desempeña siempre codo a codo con la coordinadora del centro, a la que me seguiré refiriendo como “mi jefa”. Es decir, no hay un trabajo de coordinación pedagógica previo, un reparto de tareas (y por tanto delegación de funciones) y un desempeño de las tareas propias por cada profesor en su “propio” espacio. El trabajo es, en todo momento, conjunto y supervisado en el acto por mi jefa.

Para que se hagan un retrato de mi jefa: Maestra de toda la vida, con gran vocación y profesionalidad. Gran conocimiento sobre cuestiones educativas y una cultura general también muy amplia. Comprometida ética y políticamente con la profesión. Además de maestra, ha sido durante muchos años formadora de formadores y ha colaborado con diversas editoriales e instituciones culturales y educativas. Tiene un currículum vitae que ocupa unos cuantos folios. Cuando la conoces, la primera impresión es la de una persona cercana, generosa, y con la que puedes hablar de absolutamente cualquier tema. A pesar de su edad, mantiene una ilusión y una vitalidad extraordinarias. Valora la formación académica más allá de la titulación de maestro y las perspectivas muy amplias (sociológicas, filosóficas,…) de la educación. Ideológicamente, sintonizamos más que bien.

Pero, ¿qué es lo que ocurre? Ocurre, y concluyo ahora después del tiempo que ha transcurrido desde que empecé a trabajar con ella, que jamás pensé que podría resultarme tan incómodo, en lo profesional y en lo personal, trabajar con alguien con quien simpatizara tan bien a nivel ideológico y axiológico. Si bien las conversaciones personales y en que comentamos, por ejemplo, la situación política del país son de lo más gratas, sobrellevar el día a día trabajando con ella se ha vuelto casi insufrible. Me ha apagado la ilusión y me ha anulado por completo la iniciativa en el trabajo. Para ilustrarlo (y sin desmerecer las muchas cosas buenas que tiene esta persona), expondré algunos puntos sobre mi percepción de su carácter/forma de trabajar (es imposible separarlos) para que logren hacerse una mejor idea:

-Su fascinación por el paradigma constructivista del aprendizaje roza, en mi opinión, lo dogmático. Antes de comenzar el curso, los empleados recibimos una formación gratuita de 3 días con no muchas pero claves nociones sobre cuestiones didácticas de la lengua y las matemáticas. Incluso nos fotocopió algunos apuntes para que los estudiáramos. Por mi lado, yo he hecho un esfuerzo (entiendo que no impuesto, sino totalmente voluntario y además necesario) de repasar alguna de la bibliografía de lo visto en la facultad y comprometerme con la formación permanente. Entiendo y admiro que le dé importancia a la parte didáctica, especialmente la metodológica (no es ningún secreto que muchos docentes entran en el aula, a pesar de haber sacado la oposición, y el conocimiento didáctico resulta para ellos puramente anecdótico y van “improvisando” sobre la marcha). ¿Cuál es el problema? Que cualquier cosa que se salga de la metodología que ella implementa no es “alternativo”, sino “incorrecto”. Desde la manera de enseñar el algoritmo de la resta, hasta la forma de trabajar “la carta” como tipo de texto en primaria. La “instrucción” en sentido clásico queda completamente desterrada del aula porque los alumnos han de partir siempre de conocimientos previos y deben de “construir” el aprendizaje. Su lema es “yo hago a los niños pensar”.

-Tiene, en mi opinión, cierta fijación con los estadios o niveles madurativos de los niños (cosa obviamente imprescindible a tener en cuenta en cualquier diseño de un currículo), hasta el punto de no poder jamás contársele al niño, o incentivársele para que intente llegar a, cualquier cosa que se corresponda con un objetivo “inalcanzable” para su etapa de desarrollo. Los contenidos curriculares organizados según estas etapas son LA BIBLIA de la intervención pedagógica.

-Es escrupulosa al extremo con cualquier cuestión de organización del material y los recursos (los rotuladores se reparten: 24 por bote, 2 de cada color, habiendo que revisarlos periódicamente para asegurarse de que no están gastados). El bote de cola debe reponerse igualmente, así como mantener todos los materiales, reciclados y no reciclados, en sus correspondientes cajas debidamente señalizadas con etiquetas con nombres con letra  “artística” cuya creación no delega en nadie (una vez escribí con letra molde la etiqueta de una de las cajas y me la hizo quitar). Los restos de celo susceptibles de ser reciclados jamás se tiran: se guardan para reutilizarlos en el futuro. Todo ellos en base a criterios ecologistas que, en sí mismos, no tienen por qué estar mal.

-En las cuestiones estrictamente metodológicas, diríase que mantiene sus criterios formados y elaborados a partir de las muchísimas informaciones que maneja en su cabeza (imposibles de manejar por alguien que lleva ejerciendo 4 meses en la profesión). En el resto de tareas, pareciera que las cambia según le parece. Y pongo ejemplos: durante los campamentos urbanos, los niños desayunan y comen en la academia. Pues bien, hoy me dice que el fiambre se pone en la tapa del sándwich para que los niños no lo manipulen directamente del tuper, mañana me dice que el tuper se deja abierto para que los niños se sirvan y se acostumbren a ser autónomos también con la comida. Me ha explicado, en diferentes ocasiones y de distintas maneras, cómo hacer cosas del tipo: limpiar una pizarra, fregar la loza, ordenar trozos de cartón, elaborar un listado de colegios, imprimir un mapa de google, o untar nocilla en una rebanada de pan. Creo que, en este punto, se perciben ya bastantes de sus obsesiones.

-Y el mayor, para mí, de sus defectos: ME CORRIGE, ME CORRIGE Y ME CORRIGE. Hasta aquí todo podría estar bien. Uno está aprendiendo y tiene que tener capacidad de autocrítica. El problema es CÓMO me corrige y CUÁNDO. El cuándo es siempre sobre la marcha (recuerdo que trabajo siempre en la misma habitación que ella), por lo que siempre me desautoriza delante de los niños. El cómo es de la forma más dramática que pueda haber. Las estructuras sintácticas que, seguramente, más repite son: “¡¿Pero cómo le dices al niño que…?!”, “¡Pero que tiene X años!”, y las frases “¡Esa no es forma de enseñar a un niño!”, “¡Esto es agotador!” y “¡Esta no es forma de trabajar!”. Se comprenderá que, con este panorama día sí y día también, termine yo todavía más agotado que ella y saliendo de trabajar sintiéndose como un completo idiota. Ya no sé cómo abordar la teoría didáctica para acertar con lo que esta mujer tiene en mente y lograr adivinar sus pensamientos para recurrir a la frase/acción exacta que tiene en mente y que no se irrite.

CONSECUENCIAS: Uno tiene la sensación constante de no acertar nunca, de sentirse como una persona irreflexiva que actúa impulsivamente cuando no lo es en absoluto (de hecho por lo general rumia demasiado), y termina por actuar, no en base a lo que considera que es mejor desde la praxis educativa, sino desde evitar una situación desagradable en que tu jefa pone su recurrente cara de irritación y ya no tengo más paciencia.

PREGUNTA: Y ahora, lo que me inquieta es: ¿Quién tiene el problema aquí, mi jefa o yo? Hay algo que se me escapa? No estoy siendo lo suficientemente paciente, o autocrítico? Mi comportamiento es resultado de una mala formación o solo de poca experiencia? Está justificado? Puedo equivocarme y cometer errores en la práctica?

Mi razonamiento es el siguiente: Por muy bien que se maneje la teoría, esta no se asimila en todas sus consecuencias hasta que se lleva a la práctica. Es la interacción con el alumno la que permite comprobar su nivel de respuesta y, en base a lo observado, reconsiderar las estrategias docentes, retornar a la teoría y, o bien reinterpretar aquello que creíamos conocer, o bien reemplazarlo, para volver nuevamente a la praxis. No estamos, en ningún caso, ante ciencias exactas, y la traducción de la teoría en acciones docentes, o bien la conducta de un niño en términos teóricos, no es necesariamente clara. Mi jefa, que le da gran importancia a las estrategias de resolución de problemas, previa reflexión (hasta aquí nada malo), hace muchas veces la analogía del médico: un cirujano que opera debe hacer un ejercicio irrenunciable de reflexión previa antes de actuar (la vida del paciente depende de ello). Y yo digo, ¿es justa esta comparación? Porque el piloto comercial que maneja un avión con pasajeros a bordo ha hecho mil prácticas con simuladores, y luego ha pasado tiempo como copiloto, antes de que se le confíe la vida de la gente que se sube en un avión. Pareciera como si en educación para ella los errores estuvieran prohibidos, porque dejan secuelas irreversibles o muy difíciles de borrar en nuestros alumnos. Y no intento frivolizar sobre la importancia de la labor que desempeñamos.

Podría contar muchos más detalles y episodios de lo que ha ocurrido en estos 4 meses, pero creo que con esto he conseguido hacer un importante (aunque no se lo crean) resumen, para que puedan dibujarse una imagen global de mi situación. No pretendo aburrir a nadie, y creo que igual este hilo puede ayudar a otras personas que, como yo, estén empezando en el mundo de la educación y quieran mantener la ilusión. Lo cierto es que esta situación ha llegado a unos extremos en que me he planteado incluso dejar el trabajo, porque la convivencia me resulta insoportable y he tenido mis momentos incluso de cierta angustia y de pensar que de ninguna manera puede hacerme sentir así un trabajo que, en teoría, debería hacerme feliz. Pero tampoco quiero rechazar la que podría ser una gran oportunidad si el problema es que yo no he sabido darle al asunto la perspectiva adecuada y tener una mejor actitud. Por eso espero que puedan darme alguna orientación al respecto.

GRACIAS!!


Título: Re: (DESESPERADO!) NECESITO CONSEJO. MALA PRIMERA EXPERIENCIA EN LA EDUCACIÓN.
Publicado por: FranLu en 24/Nov/2017~01:25
El texto de tu mensaje está muy bien redactado pero te falta picardía, sólo hay que darse una vuelta por el foro para ver cúal es el problema: los profesores entre nosotros somos lo peor. Envidias, desunión, desinformación, todos quieren llevar la razón, puňaladas traperas...

En tu caso tu jefa simplemente piensa que es mejor que tú y que lo hace todo mejor y tú eres un novatillo que hay que controlar. Y a tu jefa le mola ese rol porque la hace sentir superior. No tiene muchas vueltas.


Título: Re: (DESESPERADO!) NECESITO CONSEJO. MALA PRIMERA EXPERIENCIA EN LA EDUCACIÓN.
Publicado por: Carlita en 24/Nov/2017~20:41
Hola a todo/as!!

Soy nuevo en el foro. Soy titulado en Magisterio en Educación Primaria y en Sociología. Me he animado a escribir porque acabo de incorporarme al mundo laboral en el ámbito educativo y estoy experimentando ciertas cosas que, francamente, a veces creo que me superan. Y ya no sé bien si el problema lo tengo yo o lo tiene el principal foco de todas mis angustias: mi jefa.
Intentaré ser lo más breve posible para no aburrir e intentar animar a quien me lea a escribir y aportar su visión sobre mi situación. Cualquier consejo, orientación, perspectiva diferente desde la que ver las cosas será más que bienvenida.

Pues bien, les pongo en situación. Desde verano trabajo en una academia de primaria que organiza también campamentos urbanos de verano con niños y talleres de expresión artística, cuentacuentos, etc. El centro resulta bastante acogedor, y cuando conoces a su directora/coordinara y te familiarizas con su ideario pedagógico y filosofía crees realmente haber encontrado el lugar de trabajo de tus sueños, aunque las condiciones laborales quede claro desde el primer momento que no son las mejores. Pero piensas que te vas desenvolver en un lugar abierto, donde puedes trabajar con cuentos enfocados a la educación de género o desarrollar la creatividad de los niños en el sentido más amplio del término.

Para concretar más, tengo un contrato de obra y servicio de profesor instructor y el trabajo se desempeña siempre codo a codo con la coordinadora del centro, a la que me seguiré refiriendo como “mi jefa”. Es decir, no hay un trabajo de coordinación pedagógica previo, un reparto de tareas (y por tanto delegación de funciones) y un desempeño de las tareas propias por cada profesor en su “propio” espacio. El trabajo es, en todo momento, conjunto y supervisado en el acto por mi jefa.

Para que se hagan un retrato de mi jefa: Maestra de toda la vida, con gran vocación y profesionalidad. Gran conocimiento sobre cuestiones educativas y una cultura general también muy amplia. Comprometida ética y políticamente con la profesión. Además de maestra, ha sido durante muchos años formadora de formadores y ha colaborado con diversas editoriales e instituciones culturales y educativas. Tiene un currículum vitae que ocupa unos cuantos folios. Cuando la conoces, la primera impresión es la de una persona cercana, generosa, y con la que puedes hablar de absolutamente cualquier tema. A pesar de su edad, mantiene una ilusión y una vitalidad extraordinarias. Valora la formación académica más allá de la titulación de maestro y las perspectivas muy amplias (sociológicas, filosóficas,…) de la educación. Ideológicamente, sintonizamos más que bien.

Pero, ¿qué es lo que ocurre? Ocurre, y concluyo ahora después del tiempo que ha transcurrido desde que empecé a trabajar con ella, que jamás pensé que podría resultarme tan incómodo, en lo profesional y en lo personal, trabajar con alguien con quien simpatizara tan bien a nivel ideológico y axiológico. Si bien las conversaciones personales y en que comentamos, por ejemplo, la situación política del país son de lo más gratas, sobrellevar el día a día trabajando con ella se ha vuelto casi insufrible. Me ha apagado la ilusión y me ha anulado por completo la iniciativa en el trabajo. Para ilustrarlo (y sin desmerecer las muchas cosas buenas que tiene esta persona), expondré algunos puntos sobre mi percepción de su carácter/forma de trabajar (es imposible separarlos) para que logren hacerse una mejor idea:

-Su fascinación por el paradigma constructivista del aprendizaje roza, en mi opinión, lo dogmático. Antes de comenzar el curso, los empleados recibimos una formación gratuita de 3 días con no muchas pero claves nociones sobre cuestiones didácticas de la lengua y las matemáticas. Incluso nos fotocopió algunos apuntes para que los estudiáramos. Por mi lado, yo he hecho un esfuerzo (entiendo que no impuesto, sino totalmente voluntario y además necesario) de repasar alguna de la bibliografía de lo visto en la facultad y comprometerme con la formación permanente. Entiendo y admiro que le dé importancia a la parte didáctica, especialmente la metodológica (no es ningún secreto que muchos docentes entran en el aula, a pesar de haber sacado la oposición, y el conocimiento didáctico resulta para ellos puramente anecdótico y van “improvisando” sobre la marcha). ¿Cuál es el problema? Que cualquier cosa que se salga de la metodología que ella implementa no es “alternativo”, sino “incorrecto”. Desde la manera de enseñar el algoritmo de la resta, hasta la forma de trabajar “la carta” como tipo de texto en primaria. La “instrucción” en sentido clásico queda completamente desterrada del aula porque los alumnos han de partir siempre de conocimientos previos y deben de “construir” el aprendizaje. Su lema es “yo hago a los niños pensar”.

-Tiene, en mi opinión, cierta fijación con los estadios o niveles madurativos de los niños (cosa obviamente imprescindible a tener en cuenta en cualquier diseño de un currículo), hasta el punto de no poder jamás contársele al niño, o incentivársele para que intente llegar a, cualquier cosa que se corresponda con un objetivo “inalcanzable” para su etapa de desarrollo. Los contenidos curriculares organizados según estas etapas son LA BIBLIA de la intervención pedagógica.

-Es escrupulosa al extremo con cualquier cuestión de organización del material y los recursos (los rotuladores se reparten: 24 por bote, 2 de cada color, habiendo que revisarlos periódicamente para asegurarse de que no están gastados). El bote de cola debe reponerse igualmente, así como mantener todos los materiales, reciclados y no reciclados, en sus correspondientes cajas debidamente señalizadas con etiquetas con nombres con letra  “artística” cuya creación no delega en nadie (una vez escribí con letra molde la etiqueta de una de las cajas y me la hizo quitar). Los restos de celo susceptibles de ser reciclados jamás se tiran: se guardan para reutilizarlos en el futuro. Todo ellos en base a criterios ecologistas que, en sí mismos, no tienen por qué estar mal.

-En las cuestiones estrictamente metodológicas, diríase que mantiene sus criterios formados y elaborados a partir de las muchísimas informaciones que maneja en su cabeza (imposibles de manejar por alguien que lleva ejerciendo 4 meses en la profesión). En el resto de tareas, pareciera que las cambia según le parece. Y pongo ejemplos: durante los campamentos urbanos, los niños desayunan y comen en la academia. Pues bien, hoy me dice que el fiambre se pone en la tapa del sándwich para que los niños no lo manipulen directamente del tuper, mañana me dice que el tuper se deja abierto para que los niños se sirvan y se acostumbren a ser autónomos también con la comida. Me ha explicado, en diferentes ocasiones y de distintas maneras, cómo hacer cosas del tipo: limpiar una pizarra, fregar la loza, ordenar trozos de cartón, elaborar un listado de colegios, imprimir un mapa de google, o untar nocilla en una rebanada de pan. Creo que, en este punto, se perciben ya bastantes de sus obsesiones.

-Y el mayor, para mí, de sus defectos: ME CORRIGE, ME CORRIGE Y ME CORRIGE. Hasta aquí todo podría estar bien. Uno está aprendiendo y tiene que tener capacidad de autocrítica. El problema es CÓMO me corrige y CUÁNDO. El cuándo es siempre sobre la marcha (recuerdo que trabajo siempre en la misma habitación que ella), por lo que siempre me desautoriza delante de los niños. El cómo es de la forma más dramática que pueda haber. Las estructuras sintácticas que, seguramente, más repite son: “¡¿Pero cómo le dices al niño que…?!”, “¡Pero que tiene X años!”, y las frases “¡Esa no es forma de enseñar a un niño!”, “¡Esto es agotador!” y “¡Esta no es forma de trabajar!”. Se comprenderá que, con este panorama día sí y día también, termine yo todavía más agotado que ella y saliendo de trabajar sintiéndose como un completo idiota. Ya no sé cómo abordar la teoría didáctica para acertar con lo que esta mujer tiene en mente y lograr adivinar sus pensamientos para recurrir a la frase/acción exacta que tiene en mente y que no se irrite.

CONSECUENCIAS: Uno tiene la sensación constante de no acertar nunca, de sentirse como una persona irreflexiva que actúa impulsivamente cuando no lo es en absoluto (de hecho por lo general rumia demasiado), y termina por actuar, no en base a lo que considera que es mejor desde la praxis educativa, sino desde evitar una situación desagradable en que tu jefa pone su recurrente cara de irritación y ya no tengo más paciencia.

PREGUNTA: Y ahora, lo que me inquieta es: ¿Quién tiene el problema aquí, mi jefa o yo? Hay algo que se me escapa? No estoy siendo lo suficientemente paciente, o autocrítico? Mi comportamiento es resultado de una mala formación o solo de poca experiencia? Está justificado? Puedo equivocarme y cometer errores en la práctica?

Mi razonamiento es el siguiente: Por muy bien que se maneje la teoría, esta no se asimila en todas sus consecuencias hasta que se lleva a la práctica. Es la interacción con el alumno la que permite comprobar su nivel de respuesta y, en base a lo observado, reconsiderar las estrategias docentes, retornar a la teoría y, o bien reinterpretar aquello que creíamos conocer, o bien reemplazarlo, para volver nuevamente a la praxis. No estamos, en ningún caso, ante ciencias exactas, y la traducción de la teoría en acciones docentes, o bien la conducta de un niño en términos teóricos, no es necesariamente clara. Mi jefa, que le da gran importancia a las estrategias de resolución de problemas, previa reflexión (hasta aquí nada malo), hace muchas veces la analogía del médico: un cirujano que opera debe hacer un ejercicio irrenunciable de reflexión previa antes de actuar (la vida del paciente depende de ello). Y yo digo, ¿es justa esta comparación? Porque el piloto comercial que maneja un avión con pasajeros a bordo ha hecho mil prácticas con simuladores, y luego ha pasado tiempo como copiloto, antes de que se le confíe la vida de la gente que se sube en un avión. Pareciera como si en educación para ella los errores estuvieran prohibidos, porque dejan secuelas irreversibles o muy difíciles de borrar en nuestros alumnos. Y no intento frivolizar sobre la importancia de la labor que desempeñamos.

Podría contar muchos más detalles y episodios de lo que ha ocurrido en estos 4 meses, pero creo que con esto he conseguido hacer un importante (aunque no se lo crean) resumen, para que puedan dibujarse una imagen global de mi situación. No pretendo aburrir a nadie, y creo que igual este hilo puede ayudar a otras personas que, como yo, estén empezando en el mundo de la educación y quieran mantener la ilusión. Lo cierto es que esta situación ha llegado a unos extremos en que me he planteado incluso dejar el trabajo, porque la convivencia me resulta insoportable y he tenido mis momentos incluso de cierta angustia y de pensar que de ninguna manera puede hacerme sentir así un trabajo que, en teoría, debería hacerme feliz. Pero tampoco quiero rechazar la que podría ser una gran oportunidad si el problema es que yo no he sabido darle al asunto la perspectiva adecuada y tener una mejor actitud. Por eso espero que puedan darme alguna orientación al respecto.

GRACIAS!!


Hola, maestro.  Según cuentas, la maestra tiene las ideas bastante claras y parece que coincidís en pareceres pedagógicos. Entiendo que llevando poco en el mundo educativo, gestionar tantos detalles llegue a ser algo agobiante para ti. Y acciones o decisiones que parecen normales para uno, son novedades para el otro que necesita algo de tiempo para asimilarlas o entenderlas. Y lo digo por ambas partes.

No voy a empezar a valorar a tu colega porque no la conozco, pero quizás podrías comentarle con sinceridad lo que te ocurre. Que intentas hacerlo lo mejor que puedes, que crees que tienes mucho que aprender y que no puedes irte todos los días con la sensación de haberlo hecho todo mal. Cosa que si no debería ocurrir con los pequeños, tampoco debería ocurrirle a un adulto. Y si esa persona realmente tiene convicciones pedagógicas que intentan respetar al máximo al alumnado, sería de agradecer que entendiese que tú eres como "un alumno más" que aprende el oficio. Quizás ella sea una gran maestra pero haya olvidado  que los adultos también son aprendices que necesitan su tiempo para asimilar y acomodar todo lo nuevo.

Te deseo mucha suerte y que tu jefa se dé cuenta de lo que te está afectando. A veces no nos damos cuenta de todo lo que transmitimos cuando enseñamos.


Título: Re: (DESESPERADO!) NECESITO CONSEJO. MALA PRIMERA EXPERIENCIA EN LA EDUCACIÓN.
Publicado por: verdepardo en 24/Nov/2017~22:32
No te apures, amigo....Mucha gente que trabaja según este paradigma se creen poseedores de la verdad absoluta y se comportan, además de como insignes dogmáticos, como auténticos dictadores. Y es cierto: corrigen a todo el mundo....pero no digieren que a ellos se les corrija o se les revise

Mi consejo: aprende de los niños y de lo que estos te demanden. Intercala tu formación de base con la que te ofrezcan ellos, y te aseguro que irás separando lo esencial de lo superfluo....maestr@s de talibanes inclusive.

Ten confianza en ti mismo....que las preguntas que te haces te honran más de lo que crees.

Un saludo



Título: Re: (DESESPERADO!) NECESITO CONSEJO. MALA PRIMERA EXPERIENCIA EN LA EDUCACIÓN.
Publicado por: MaestroSociólogo en 25/Nov/2017~01:18
El texto de tu mensaje está muy bien redactado pero te falta picardía, sólo hay que darse una vuelta por el foro para ver cúal es el problema: los profesores entre nosotros somos lo peor. Envidias, desunión, desinformación, todos quieren llevar la razón, puňaladas traperas...

En tu caso tu jefa simplemente piensa que es mejor que tú y que lo hace todo mejor y tú eres un novatillo que hay que controlar. Y a tu jefa le mola ese rol porque la hace sentir superior. No tiene muchas vueltas.

Gracias, FranLu. Verás, no tengo una jefa de 25 años precisamente. Ese tipo de actitudes me parecen más frecuentes y las detecto mucho más entre la gente que está empezando, por la arrogancia propia de la inexperiencia y una coyuntura del mercado de trabajo como la actual que nos hace competir entre nosotros, y no de parte de alguien que no tiene a estar alturas nada que perder. No digo que la soberbia no pueda darse a todas las edades, y, desde luego, a más edad menos posibilidades de corregir los errores. En cualquier caso, aunque sí que me he dibujado un perfil de ella como bastante controladora (sus hijos imagino que deben de ser unos neuróticos) creo más que pretende forzar a futuros maestros a llegar a "dónde hay que llegar", es decir, a donde está ella. El problema es el cómo lo hace.
Lo de la falta de picardía es una percepción tuya.

Hola a todo/as!!

Soy nuevo en el foro. Soy titulado en Magisterio en Educación Primaria y en Sociología. Me he animado a escribir porque acabo de incorporarme al mundo laboral en el ámbito educativo y estoy experimentando ciertas cosas que, francamente, a veces creo que me superan. Y ya no sé bien si el problema lo tengo yo o lo tiene el principal foco de todas mis angustias: mi jefa.
Intentaré ser lo más breve posible para no aburrir e intentar animar a quien me lea a escribir y aportar su visión sobre mi situación. Cualquier consejo, orientación, perspectiva diferente desde la que ver las cosas será más que bienvenida.

Pues bien, les pongo en situación. Desde verano trabajo en una academia de primaria que organiza también campamentos urbanos de verano con niños y talleres de expresión artística, cuentacuentos, etc. El centro resulta bastante acogedor, y cuando conoces a su directora/coordinara y te familiarizas con su ideario pedagógico y filosofía crees realmente haber encontrado el lugar de trabajo de tus sueños, aunque las condiciones laborales quede claro desde el primer momento que no son las mejores. Pero piensas que te vas desenvolver en un lugar abierto, donde puedes trabajar con cuentos enfocados a la educación de género o desarrollar la creatividad de los niños en el sentido más amplio del término.

Para concretar más, tengo un contrato de obra y servicio de profesor instructor y el trabajo se desempeña siempre codo a codo con la coordinadora del centro, a la que me seguiré refiriendo como “mi jefa”. Es decir, no hay un trabajo de coordinación pedagógica previo, un reparto de tareas (y por tanto delegación de funciones) y un desempeño de las tareas propias por cada profesor en su “propio” espacio. El trabajo es, en todo momento, conjunto y supervisado en el acto por mi jefa.

Para que se hagan un retrato de mi jefa: Maestra de toda la vida, con gran vocación y profesionalidad. Gran conocimiento sobre cuestiones educativas y una cultura general también muy amplia. Comprometida ética y políticamente con la profesión. Además de maestra, ha sido durante muchos años formadora de formadores y ha colaborado con diversas editoriales e instituciones culturales y educativas. Tiene un currículum vitae que ocupa unos cuantos folios. Cuando la conoces, la primera impresión es la de una persona cercana, generosa, y con la que puedes hablar de absolutamente cualquier tema. A pesar de su edad, mantiene una ilusión y una vitalidad extraordinarias. Valora la formación académica más allá de la titulación de maestro y las perspectivas muy amplias (sociológicas, filosóficas,…) de la educación. Ideológicamente, sintonizamos más que bien.

Pero, ¿qué es lo que ocurre? Ocurre, y concluyo ahora después del tiempo que ha transcurrido desde que empecé a trabajar con ella, que jamás pensé que podría resultarme tan incómodo, en lo profesional y en lo personal, trabajar con alguien con quien simpatizara tan bien a nivel ideológico y axiológico. Si bien las conversaciones personales y en que comentamos, por ejemplo, la situación política del país son de lo más gratas, sobrellevar el día a día trabajando con ella se ha vuelto casi insufrible. Me ha apagado la ilusión y me ha anulado por completo la iniciativa en el trabajo. Para ilustrarlo (y sin desmerecer las muchas cosas buenas que tiene esta persona), expondré algunos puntos sobre mi percepción de su carácter/forma de trabajar (es imposible separarlos) para que logren hacerse una mejor idea:

-Su fascinación por el paradigma constructivista del aprendizaje roza, en mi opinión, lo dogmático. Antes de comenzar el curso, los empleados recibimos una formación gratuita de 3 días con no muchas pero claves nociones sobre cuestiones didácticas de la lengua y las matemáticas. Incluso nos fotocopió algunos apuntes para que los estudiáramos. Por mi lado, yo he hecho un esfuerzo (entiendo que no impuesto, sino totalmente voluntario y además necesario) de repasar alguna de la bibliografía de lo visto en la facultad y comprometerme con la formación permanente. Entiendo y admiro que le dé importancia a la parte didáctica, especialmente la metodológica (no es ningún secreto que muchos docentes entran en el aula, a pesar de haber sacado la oposición, y el conocimiento didáctico resulta para ellos puramente anecdótico y van “improvisando” sobre la marcha). ¿Cuál es el problema? Que cualquier cosa que se salga de la metodología que ella implementa no es “alternativo”, sino “incorrecto”. Desde la manera de enseñar el algoritmo de la resta, hasta la forma de trabajar “la carta” como tipo de texto en primaria. La “instrucción” en sentido clásico queda completamente desterrada del aula porque los alumnos han de partir siempre de conocimientos previos y deben de “construir” el aprendizaje. Su lema es “yo hago a los niños pensar”.

-Tiene, en mi opinión, cierta fijación con los estadios o niveles madurativos de los niños (cosa obviamente imprescindible a tener en cuenta en cualquier diseño de un currículo), hasta el punto de no poder jamás contársele al niño, o incentivársele para que intente llegar a, cualquier cosa que se corresponda con un objetivo “inalcanzable” para su etapa de desarrollo. Los contenidos curriculares organizados según estas etapas son LA BIBLIA de la intervención pedagógica.

-Es escrupulosa al extremo con cualquier cuestión de organización del material y los recursos (los rotuladores se reparten: 24 por bote, 2 de cada color, habiendo que revisarlos periódicamente para asegurarse de que no están gastados). El bote de cola debe reponerse igualmente, así como mantener todos los materiales, reciclados y no reciclados, en sus correspondientes cajas debidamente señalizadas con etiquetas con nombres con letra  “artística” cuya creación no delega en nadie (una vez escribí con letra molde la etiqueta de una de las cajas y me la hizo quitar). Los restos de celo susceptibles de ser reciclados jamás se tiran: se guardan para reutilizarlos en el futuro. Todo ellos en base a criterios ecologistas que, en sí mismos, no tienen por qué estar mal.

-En las cuestiones estrictamente metodológicas, diríase que mantiene sus criterios formados y elaborados a partir de las muchísimas informaciones que maneja en su cabeza (imposibles de manejar por alguien que lleva ejerciendo 4 meses en la profesión). En el resto de tareas, pareciera que las cambia según le parece. Y pongo ejemplos: durante los campamentos urbanos, los niños desayunan y comen en la academia. Pues bien, hoy me dice que el fiambre se pone en la tapa del sándwich para que los niños no lo manipulen directamente del tuper, mañana me dice que el tuper se deja abierto para que los niños se sirvan y se acostumbren a ser autónomos también con la comida. Me ha explicado, en diferentes ocasiones y de distintas maneras, cómo hacer cosas del tipo: limpiar una pizarra, fregar la loza, ordenar trozos de cartón, elaborar un listado de colegios, imprimir un mapa de google, o untar nocilla en una rebanada de pan. Creo que, en este punto, se perciben ya bastantes de sus obsesiones.

-Y el mayor, para mí, de sus defectos: ME CORRIGE, ME CORRIGE Y ME CORRIGE. Hasta aquí todo podría estar bien. Uno está aprendiendo y tiene que tener capacidad de autocrítica. El problema es CÓMO me corrige y CUÁNDO. El cuándo es siempre sobre la marcha (recuerdo que trabajo siempre en la misma habitación que ella), por lo que siempre me desautoriza delante de los niños. El cómo es de la forma más dramática que pueda haber. Las estructuras sintácticas que, seguramente, más repite son: “¡¿Pero cómo le dices al niño que…?!”, “¡Pero que tiene X años!”, y las frases “¡Esa no es forma de enseñar a un niño!”, “¡Esto es agotador!” y “¡Esta no es forma de trabajar!”. Se comprenderá que, con este panorama día sí y día también, termine yo todavía más agotado que ella y saliendo de trabajar sintiéndose como un completo idiota. Ya no sé cómo abordar la teoría didáctica para acertar con lo que esta mujer tiene en mente y lograr adivinar sus pensamientos para recurrir a la frase/acción exacta que tiene en mente y que no se irrite.

CONSECUENCIAS: Uno tiene la sensación constante de no acertar nunca, de sentirse como una persona irreflexiva que actúa impulsivamente cuando no lo es en absoluto (de hecho por lo general rumia demasiado), y termina por actuar, no en base a lo que considera que es mejor desde la praxis educativa, sino desde evitar una situación desagradable en que tu jefa pone su recurrente cara de irritación y ya no tengo más paciencia.

PREGUNTA: Y ahora, lo que me inquieta es: ¿Quién tiene el problema aquí, mi jefa o yo? Hay algo que se me escapa? No estoy siendo lo suficientemente paciente, o autocrítico? Mi comportamiento es resultado de una mala formación o solo de poca experiencia? Está justificado? Puedo equivocarme y cometer errores en la práctica?

Mi razonamiento es el siguiente: Por muy bien que se maneje la teoría, esta no se asimila en todas sus consecuencias hasta que se lleva a la práctica. Es la interacción con el alumno la que permite comprobar su nivel de respuesta y, en base a lo observado, reconsiderar las estrategias docentes, retornar a la teoría y, o bien reinterpretar aquello que creíamos conocer, o bien reemplazarlo, para volver nuevamente a la praxis. No estamos, en ningún caso, ante ciencias exactas, y la traducción de la teoría en acciones docentes, o bien la conducta de un niño en términos teóricos, no es necesariamente clara. Mi jefa, que le da gran importancia a las estrategias de resolución de problemas, previa reflexión (hasta aquí nada malo), hace muchas veces la analogía del médico: un cirujano que opera debe hacer un ejercicio irrenunciable de reflexión previa antes de actuar (la vida del paciente depende de ello). Y yo digo, ¿es justa esta comparación? Porque el piloto comercial que maneja un avión con pasajeros a bordo ha hecho mil prácticas con simuladores, y luego ha pasado tiempo como copiloto, antes de que se le confíe la vida de la gente que se sube en un avión. Pareciera como si en educación para ella los errores estuvieran prohibidos, porque dejan secuelas irreversibles o muy difíciles de borrar en nuestros alumnos. Y no intento frivolizar sobre la importancia de la labor que desempeñamos.

Podría contar muchos más detalles y episodios de lo que ha ocurrido en estos 4 meses, pero creo que con esto he conseguido hacer un importante (aunque no se lo crean) resumen, para que puedan dibujarse una imagen global de mi situación. No pretendo aburrir a nadie, y creo que igual este hilo puede ayudar a otras personas que, como yo, estén empezando en el mundo de la educación y quieran mantener la ilusión. Lo cierto es que esta situación ha llegado a unos extremos en que me he planteado incluso dejar el trabajo, porque la convivencia me resulta insoportable y he tenido mis momentos incluso de cierta angustia y de pensar que de ninguna manera puede hacerme sentir así un trabajo que, en teoría, debería hacerme feliz. Pero tampoco quiero rechazar la que podría ser una gran oportunidad si el problema es que yo no he sabido darle al asunto la perspectiva adecuada y tener una mejor actitud. Por eso espero que puedan darme alguna orientación al respecto.

GRACIAS!!


Hola, maestro.  Según cuentas, la maestra tiene las ideas bastante claras y parece que coincidís en pareceres pedagógicos. Entiendo que llevando poco en el mundo educativo, gestionar tantos detalles llegue a ser algo agobiante para ti. Y acciones o decisiones que parecen normales para uno, son novedades para el otro que necesita algo de tiempo para asimilarlas o entenderlas. Y lo digo por ambas partes.

No voy a empezar a valorar a tu colega porque no la conozco, pero quizás podrías comentarle con sinceridad lo que te ocurre. Que intentas hacerlo lo mejor que puedes, que crees que tienes mucho que aprender y que no puedes irte todos los días con la sensación de haberlo hecho todo mal. Cosa que si no debería ocurrir con los pequeños, tampoco debería ocurrirle a un adulto. Y si esa persona realmente tiene convicciones pedagógicas que intentan respetar al máximo al alumnado, sería de agradecer que entendiese que tú eres como "un alumno más" que aprende el oficio. Quizás ella sea una gran maestra pero haya olvidado  que los adultos también son aprendices que necesitan su tiempo para asimilar y acomodar todo lo nuevo.

Te deseo mucha suerte y que tu jefa se dé cuenta de lo que te está afectando. A veces no nos damos cuenta de todo lo que transmitimos cuando enseñamos.

Muchas gracias por tus plabras, Carlita. Me alegra que se haya comprendido lo que quería transmitir, porque ambos hacemos un diagnóstico prácticamente idéntico de la personalidad de esta mujer. efectivamente, lo que ella no ve, a pesar de incidir tanto en los aspectos metodológicos (en el cómo, que dice ella), incluso más que en los objetivos, es que todo eso que ella me cuenta en referencia a los niños es lo que jamás aplica con los aprendices adultos. Me choca mucho que una persona tan analítica con la conducta infantil sea tan torpe interpretando la conducta adulta de quienes intentan aprender de ella. Parece que es incapaz de detectar los bloqueos por inseguridad y diferenciar a un empleado sin recursos para su nivel de exigencia de un irresponsable.
Por otra parte, como bien dices, tenemos un claro problema de comunicación, porque una conversación en la que yo le haya expresado explícitamente todo esto que cuento aquí como tal pues no se ha dado, a pesar de que tenemos muchas conversaciones, aclaramos ciertos puntos, y hasta llegas a comprender cuales son sus motivaciones y su insistencia en ciertas cosas. El problema debe estar, como he dicho, en el cómo y en su evidente falta de paciencia respetando los ritmos de aprendizaje. Aun así, por mi experiencia tras esas conversaciones, todo me hace pensar que, por mucho que hablemos, la inercia de trabajo continuará y no observaré ningún cambio por su parte.

No te apures, amigo....Mucha gente que trabaja según este paradigma se creen poseedores de la verdad absoluta y se comportan, además de como insignes dogmáticos, como auténticos dictadores. Y es cierto: corrigen a todo el mundo....pero no digieren que a ellos se les corrija o se les revise

Mi consejo: aprende de los niños y de lo que estos te demanden. Intercala tu formación de base con la que te ofrezcan ellos, y te aseguro que irás separando lo esencial de lo superfluo....maestr@s de talibanes inclusive.

Ten confianza en ti mismo....que las preguntas que te haces te honran más de lo que crees.

Un saludo

Muchas gracias a ti tambien, verdepardo!! También mi percepción es esa con respecto a muchos que abanderan el paradigma constructivista del aprendizaje. Hoy mismo me comentó que peco de un enfoque demasiado "academicista" por plantear un trabajo de filosofía con niños de una determinada manera que ella no comparte. En fin. Asumo la crítica en su justa medida. Mi plan era precisamente ese, aprender de la experiencia que me brinden ellos, pero resulta muy complicado, y más mantener la confianza, con una persona que sanciona cada iniciativa que tienes en el mismo momento en que la ejecutas. No obstante, de lo que estoy aprendiendo sobre todo es de los malos modelos con que me voy topando.
Y muchas gracias por esa último cumplido. No será por que mi jefa no haya topado con una persona reflexiva y que se cuestione las cosas. En 4 meses que llevamos trabajando, ni un solo cumplido u observación positiva ha salido de su boca.


Título: Re: (DESESPERADO!) NECESITO CONSEJO. MALA PRIMERA EXPERIENCIA EN LA EDUCACIÓN.
Publicado por: nature en 25/Nov/2017~18:18
Me temo, compañero maestro, que tu jefa tiene serias carencias de empatía y generosidad. Por mucho que ella crea en el constructivismo, no existe ninguna teoría educativa ni filosófica que pueda abarcar la inmensidad del ser humano niño o adulto, y ella debería ser consciente de ello al tener muchos años de experiencia. Cualquier docente con experiencia sabe que la enseñanza es una labor ecléctica y que los fundamentos teóricos no pasan de ser meras guías ante una práctica siempre rica y diversa.

Puede que ella se sienta nerviosa al temer que un cambio en la práctica educativa pueda provocar descontento en los padres, lo que podría afectar a los ingresos del centro (no aclaras si trabajas en un centro público o privado).

En cualquier caso, si ella sigue actuando así tras tu intercambiar impresiones y contrastar tus puntos de vista, podría ser que tuvieras que abandonar ese trabajo o pedir un traslado. Tu eres honrado en lo que haces, y te formas en tu profesión como otros maestros y maestras ( en la enseñanza nunca se termina de aprender porque todos aprendemos durante toda nuestra vida, niños y mayores). Además, tu debes también buscar tu sitio en esta profesion y no ser un clon de tu jefa. Si acaso ella se cree que actuando así te va a convertir en su heredero, hazle saber con tacto pero con firmeza que se equivoca.

Sobre todo, te deseo mucho ánimo. No dejes que te alienen y te roben tu vida como maestro. Hasta luego.


Título: Re: (DESESPERADO!) NECESITO CONSEJO. MALA PRIMERA EXPERIENCIA EN LA EDUCACIÓN.
Publicado por: MaestroSociólogo en 25/Nov/2017~18:49
Me temo, compañero maestro, que tu jefa tiene serias carencias de empatía y generosidad. Por mucho que ella crea en el constructivismo, no existe ninguna teoría educativa ni filosófica que pueda abarcar la inmensidad del ser humano niño o adulto, y ella debería ser consciente de ello al tener muchos años de experiencia. Cualquier docente con experiencia sabe que la enseñanza es una labor ecléctica y que los fundamentos teóricos no pasan de ser meras guías ante una práctica siempre rica y diversa.

Puede que ella se sienta nerviosa al temer que un cambio en la práctica educativa pueda provocar descontento en los padres, lo que podría afectar a los ingresos del centro (no aclaras si trabajas en un centro público o privado).

En cualquier caso, si ella sigue actuando así tras tu intercambiar impresiones y contrastar tus puntos de vista, podría ser que tuvieras que abandonar ese trabajo o pedir un traslado. Tu eres honrado en lo que haces, y te formas en tu profesión como otros maestros y maestras ( en la enseñanza nunca se termina de aprender porque todos aprendemos durante toda nuestra vida, niños y mayores). Además, tu debes también buscar tu sitio en esta profesion y no ser un clon de tu jefa. Si acaso ella se cree que actuando así te va a convertir en su heredero, hazle saber con tacto pero con firmeza que se equivoca.

Sobre todo, te deseo mucho ánimo. No dejes que te alienen y te roben tu vida como maestro. Hasta luego.


Muchas gracias por tus palabras y por tu ánimo, nature. Lo tengo en cuento. He reflexionado mucho sobre el tema para no resultar impulsivo en mis decisiones, pero creo que tendría que haber hecho caso mucho antes de lo que me dice el cuerpo: sensación de angustia y necesidad de huida. Aquí feliz está claro que no voy a ser, y no creo que, en este estado, este trabajo me aporte mucho más profesionalmente. saludos!
P.D.: El centro es una academia privada.


Título: Re: (DESESPERADO!) NECESITO CONSEJO. MALA PRIMERA EXPERIENCIA EN LA EDUCACIÓN.
Publicado por: Jero027 en 01/Dic/2017~18:51
Al leer sobre tu "jefa" me he puesto malo, pensando en un inspector o inspectar que se dedicara a revisar los cubos de la basura, la punta de los lápices, si todos los rotuladores pintan o el nivel de pegamento. 

Creo que esos detalles poco tienen que ver con metodologías, más bien con otro tipo de cosas.  No obstante, aunque a uno no le guste esas manías, decoración,..., si estás en esas condiciones no quedaría otra cosa que adaptarse para seguir en el puesto de trabajo.

Es cierto que con la experiencia con los niños vas aprendiendo mucho y vas adquiriendo más habilidades, es decir, que con estos cuatro meses, es normal que no te vea con esa soltura, que puede tener una persona que ya tiene años de experiencia.  No obstante, ella debería cambiar en esa obsesión de corregirte a cada paso que das y dejarte más autonomía.