Si leemos atentamente la noticia, vemos que no se trata de un desahucio por un asunto inmobiliario, sino por un préstamo personal:
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Que el sistema inmobiliario estaba podrido ya lo sabíamos. También podríamos hablar de otras podredumbres que nos pone de manifiesto esta noticia:
Las leyes de separación y divorcio que sistemáticamente culpabilizan a los hombres, condenándolos a la miseria.
Las empresas de préstamos que se anuncian libremente como salvadores de los pobres, poniendo unas condiciones más que usurarias y sabiendo que el prestatario no podrá pagar y tendrá que entregar su vivienda.
Los ciudadanos que, a estas alturas y con la que ha caído, aún seguimos creyendo que nos regalan duros a peseta.
Y un ciudadano en concreto que pide un préstamo avalado con un piso del que es copropietario en calidad de heredero, no le dice a su madre hasta dos días antes que la van a desahuciar, y luego no hace nada para ayudarla, teniendo que ser el nieto el que se implique.