Ajustes a la andaluza, o por qué nadie nos cree
Ayer me pasé un buen rato mofándome de la esquizofrenia de Izquierda Unida y su espléndida habilidad para para oponerse y apoyar los recortes andaluces de forma simultánea. Especialmente entretenida y llena de doblepensamiento galopante ha sido la respuesta de Alberto Garzón, capaz de proclamar que los recortes son horribles e inaceptables pero no dice nada sobre retirar el apoyo a un gobierno que ha cometido tan magna atrocidad. Es lo que tiene gobernar en tiempos de crisis, muchachos; si no hay dinero no puedes comprar todos esos unicornios.
Más allá de las realidades políticas, hoy un amigo me comentaba que echara un vistazo con un poco de detalle a un par de capítulos de los recortes un tanto peculiares. Para empezar, en el capítulo de ingresos se habla de reclamar 500 millones adicionales en fondos europeos para cubrir gastos no cubiertos por ayudas ya recibidas. Resulta que la Junta de Andalucía ha gastado 1.400 millones de euros en proyectos pagados por Bruselas, pero aún no ha enviado las facturas, ya que el papeleo es complicado y tal. Como medida de reducción de déficit y ahorro el gobierno autonómico va a preparar ese papeleo muy, muy rápido y enviarlo a la Comisión cuanto antes para así poder recibir al menos 506 millones. Con perdón, pero poner como medida de “ahorro” recibir un dinero que se supone vas a recibir igualmente no me suena a plan de ajuste, sino a chapuza contable de primer orden.
El otro detalle divertido (y estoy seguro que no es el último – repasad las cuentas si tenéis un rato) es el anuncio de grandes, enormes recortes en gasto sanitario gracias a la implementación de la estrategia Diraya, un avanzado sistema de gestión electrónica de recetas e historiales médicos. Lo cierto es que por lo (poco) que sé y he leído, el sistema andaluz es realmente avanzado y está funcionando bien. En el plan de ajuste, sin embargo, los responsables de la Junta parecen haber descubierto petróleo en algún sitio, ya que tras describir las bondades del sistema en seis páginas anuncian al final un maravilloso ahorro de 100 millones gracias a esta estrategia que ya está en vigor. Es decir, prometen un ahorro fiscal diciendo que seguirán implementando igual de bien algo que ya están haciendo. Espero que nadie en Bruselas lea esto, porque estoy seguro que les hará una gracia tremenda.
Recapitulemos un segundo. El ajuste andaluz es de 2.500 millones de euros. De estos, como mínimo 600 son ingenieria contable más bien chapucera, 350 son venta de inmuebles (algo que no reduce el déficit estructural), y estoy seguro que si miro diez minutos más encuentro alguna otra tontería cuestionable. En Alemania tenemos una opinión pública que está hasta la coronilla que griegos y españoles prometan una cosa y se queden a medias, que nadie haga los ajustes estructurales prometidos y que encima andemos diciendo que toda la culpa es de Darth Merkel.
De acuerdo, los alemanes han cometido un montón de errores y es necesario que gasten más, tengan más inflación y que veamos una unión fiscal real, etcétera. Pero si cada vez que vamos a negociar en Bruselas estamos presentando cuentas públicas llenas de trucos chapuceros, ajustes a medio gas, reformas de vuelo gallináceo y un sistema bancario que ha sido saneado catorce veces de forma definitiva, lo raro es que no se levanten de la mesa o cosan al ministro de turno a bofetadas ahí mismo.
La Unión Europea tiene un problema político serio, y arreglarlo necesitará unas cantidades titánicas de liderazgo político y una voluntad clara de todas las partes de hablar claro y hacer lo que deben. Presentar ajustes fiscales como esta chapuza salida de Andalucía me temo que no ayuda en absoluto.