La Última Moda: Turismo Educativo
Imitar lo ajeno, la última moda en reforma educativa en España. Que si Alemania, Francia, Inglaterra, California, y, claro, Finlandia, sobre todo, Finlandia, of course, y su cheque. Las teleseries de esta temporada: Periodistas por el mundo, Comando imitación, que desbancan definitivamente el titular nacional de Ortega: «Vivamos nuestro destino; no imitemos el ajeno».
El sistema educativo made-in-Logse, una copia del modelo anglosajón de antes de 1980, y, además, transplantado por una ideología pedagógica pseudo-progresista. Y ahora, ¿a seguir imitando, a seguir transplantando? Mucho me temo que la realidad educativa va a seguir subyugada por la politización; roja o azul, pero politización al fin y al cabo. Y todo a causa de una sociedad sin valor a enfrentarse ni a la verdad ni a la realidad.
¿Que no se trata de politización, ni de sumisión social? Entonces, ¿por qué la prensa no hace lo mismo con la Política, la Justicia, etc.? ¿Por qué ninguno aplicará el ejemplo de Islandia, de juzgar al político irresponsable, y nadie hablará del principio anglosajón de medir la productividad de la investigación universitaria, y si no se produce, a la calle? ¿Por qué no se habla de lo que hicieron los ingleses cuando la Corona se corrompió? ¿Por qué no se habla de las listas abiertas de otros países, o de algo más básico: de la independencia y responsabilidad del poder judicial, que en España la han dejado como el palo de un gallinero? ¿Por qué sólo se atreven con la Educación?
En fin, el caso es que con la nueva moda, esa cosa que se llama España se instala en una especie de apoteosis del catetismo, mezcla de ignorancia-desprecio de lo propio y entusiasmo-glorificación de lo ajeno… reacción lógica del provincianismo que atenaza la España de Comunidades Autónomas.
Pautas para la mejora del sistema educativo
A nivel internacional hay un acuerdo sobre las pautas generales de la mejora de los sistemas educativo. Señalaré sólo tres. En primer lugar, es evidente que todo “transplante” está condenado al fracaso, porque lo fundamental del cambio educativo es atender al contexto propio, delimitar sus límites y sus posibilidades y, sobre ello, proponer medidas de cambio. Una medida de Finlandia, o de Alemania, no tiene por qué funcionar en España, porque son realidades distintas.
Por ejemplo, en Inglaterra un director puede seleccionar su propio profesorado; pero funciona, entre otras cosas, porque si la escuela no obtiene resultados, se echa al director. En España, ¿cuántos primos, amigos y sobrinos contratará el director? Es más, ¿cuántos le impondrá los políticos de las Consejerías? Y lo malo no es eso, sino que todos los españolitos le reirán la gracia al héroe y harán lo indecible para que tenga a bien meterlos en la lista, o en el ERE.
En segundo lugar, condición fundamental para el cambio: reconocer la situación actual; es decir: reconocer que ¡esto tiene que cambiar! Sin embargo, la pedagogía Logse, ligada al PSOE, ha estado negando año tras año, evaluación tras evaluación, los datos, ha creado sus mitos y ha machacado a los críticos —y quien lo ha sufrido, lo sabe—.Pero, ¿el PP va a hacer algo?
Vengo sosteniendo desde meses que en materia educativa no queda esperar del PP más que medidas de liberalización del mercado educativo, a beneficio de la educación privada. La liberalización de la educación va a permitir conjugar las exigencias de dos grupos de presión dentro del PP: de un lado, los satélites de lo que llamo sindicato de la sotana, que incluye: Conferencia Episcopal, confederaciones católicas, el ¿qué-hay-de-lo-mío? de Anpe, etc.
Y de otro lado, la tendencia económica ultraliberal: representada por el grupo procedente del Banco de España, en la órbita de Schwartz, que tiende a reducir todos los sectores sociales a mecanismos económicos (tendencia, por otra parte, que define el totalitarismo, de sesgo económico en este caso), a beneficio de las grandes fortunas (Telefónica, Banco Santander...), que no de la pequeña y mediana empresa.
De hecho, el satélite del Banco de España en Nada es gratis ha estado reclamando la reforma del sistema educativo durante el mandato de ZP, pero justo al comienzo de la era del Marianazgo, algunos ya han empezado a negar que España necesite una reforma de la educación. Y, bueno, ya sabíamos que nada es gratis, pero deberían decirnos lo que les cuesta.
Y no es de sorprender que, a la sombra del nuevo Gobierno, ya estén proliferando como setas los Guayomin dedicados a machacar a quien tosa a los nuevos amos. La tendencia a la “depuración” parece que viene dentro de la cartera del poder.
En tercer y último lugar, la mejora de los resultados educativos requiere coger por los cuernos la cuestión de la profesión docente, que, durante los últimos treinta años, ha sido sistemáticamente machacada por la pedagogía progresista y es la causa principal del fracaso de la educación en España.
Todo ello requiere toda un plan de cambio educativo. Pero, claro, la condición es que los que mandan, al menos, se tomen en serio la Educación, y cuantas menos ocurrencias, mejor. Como recordaba Ortega en el Parlamento: «Hay tres cosas que no pedemos venir a hacer aquí: ni el payaso, ni el tenor, ni el jabalí».