A continuación contaré una historia en la que puede que mucha gente se vea reflejada. Se trata de una relación que en un principio parecía ser un camino de rosas y que más adelante se convirtió en un camino de espinas, cardos borriqueros, plantas rastreras y trepadoras.
Lo primero que tuve con Vodafone fue una relación de amistad, nos conocimos una tienda oficial de Albacete, decidí hacerme usuaria prepago de internet móvil adquiriendo un módem y una tarjeta SIM, no obstante, ellos (VODAFONE) pretendían más que una simple amistad, y me advirtieron de que ese servicio (prepago) no iba satisfacer mis necesidades.
El módem prepago tardó más de un mes en llegar, y tal y como me había advertido la dependienta de la tienda oficial no satisfacía mis necesidades, disponía de 1 Gb que consumí en pocos días y tendría que recargar más dinero para seguir teniendo acceso a internet. Llegué a la conclusión de que,
a pesar de no ser aficionada a la modalidad contrato en las telecomunicaciones, en este caso era la mejor opción. Fue entonces cuando decidí “casarme” con Vodafone.
Hoy
maldigo el día en que me “casé” con Vodafone, se trata de un “matrimonio” que me está desgastando económica y emocionalmente. Nunca imagine que iba a aprovechar mi agitada vida, que me impedía tener tiempo para él, para engañarme. Mi “divorcio” es inminente pero antes me tengo que cobrar este robo, esta traición a mi confianza, este continúo de ilusiones desvanecidas, mentiras y trampas.
Mi economía se está viendo perjudicada. Actualmente (septiembre de 2011) el importe de los cobros indebidos de los que he sido víctima presumiblemente por parte de VODAFONE desde noviembre de 2009 asciende a 746,38 euros.
Me siento impotente ante estos hechos, este sentimiento está afectando negativamente a mi calidad de vida.
